Participan Daniela Tokashiki, Nori Kobayashi, Sachiko Kobayashi, Meche Tomotaki y Tamie Tokuda. Exposición colectiva KOMOREBI se inaugura el 3 de diciembre en el Centro Cultural Peruano Japonés.
La muestra surgió a partir de experiencias similares halladas en el compartir de conversaciones casuales de estas artistas. Va del 3 al 27 de diciembre. Ingreso libre.
Desde el 3 de diciembre en el Centro Cultural Peruano Japonés: Exposición colectiva KOMOREBI
Las artistas visuales Daniela Tokashiki, Nori Kobayashi, Sachiko Kobayashi, Meche Tomotaki y Tamie Tokuda presentarán “Komorebi”, un viaje introspectivo para reflexionar sobre su identidad nikkei a partir de recuerdos, de las historias de sus familias y de la propia construcción de sus vivencias, que plasman en esta exposición colectiva que se inaugurará el 3 de diciembre en el Centro Cultural Peruano Japonés.
KOMOREBI
La muestra surgió a partir de experiencias similares halladas en el compartir de conversaciones casuales de estas artistas, quienes se conocieron gracias a la iniciativa del proyecto Salón de Arte Joven Nikkei de la Asociación Peruano Japonesa, en el cual participaron. Estas inquietudes derivaron en un mismo interés: cómo los recuerdos, propios o transmitidos, modelan nuestro presente y nos sitúan en un imaginario del cual ya somos parte antes de saberlo. Exposición colectiva KOMOREBI se inaugura el 3 de diciembre en el Centro Cultural Peruano Japonés.
“La conexión con Japón es aquella transmitida por nuestros antepasados que llegaron al Perú. En las actuales generaciones hay una búsqueda de ese Japón de los recuerdos de nuestros padres o abuelos, un Japón que parece detenido en el tiempo”, señalan las artistas.
Komorebi es una palabra en japonés
Que significa “luz del sol que se filtra a través de las hojas de los árboles”, compuesto por 3 kanjis (árbol, escapar y sol). Con esta metáfora, las artistas relacionan las formas de las sombras proyectadas por el sol con las historias y vivencias familiares, y el suelo donde se nutren sus vidas.
“Si visualizamos al sol como el origen de nuestros antepasados y al suelo como la tierra en la que crecemos, los inmigrantes serían las hojas que crean el juego de luces y sombras que vemos en el komorebi. Es a través de ellos que hemos aprendido lo que originalmente conocemos de Japón. Sus costumbres se volvieron nuestras costumbres, a veces sin siquiera nosotros conocer el país al que una vez pertenecieron. Las hojas son aquel elemento que se interpone entre la luz y la tierra generando una atmósfera tan poderosa que es digna de ser nombrada con una palabra. Para mí, aquella particularidad describe lo que es ser nikkei”, precisa Daniela.
Más detalles
La exposición recoge ese sentido en cada una de las propuestas artísticas. Tamie Tokuda presenta “Rompecabezas familiar”, que alude a las historias como piezas que van formando una fotografía familiar en la que puede finalmente reconocerse; y Meche Tomotaki apela a los recuerdos familiares como viajes imaginarios para construir “Souvenir”.
El proyecto de Nori Kobayashi, “El equipaje invisible”, alude a todo aquello que uno guarda y lleva consigo en la memoria, lo cual plasma en dos dioramas, mientras que Daniela Tokashiki encuentra en las vivencias junto con su abuelo materno la materia prima para construir “La pesca del día/Minoru/Legado”. Finalmente, Sachiko Kobayashi presenta “Raíces”, una instalación que, a manera de atlas botánico personal, celebra los distintos rumbos a la vez del sentido de pertenencia que dan estas raíces, que se nutren también de memoria e historias compartidas.
Datos
Exposición colectiva: Komorebi
Fecha: Del 3 al 27 de diciembre. Inauguración:Martes 3 de diciembre, 7:30 p. m.
Horario: De lunes a domingo de 9:00 a. m. a 9:00 p. m.
Lugar: Hall de Exposiciones, Centro Cultural Peruano Japonés, Av. Gregorio Escobedo 803, Jesús María
Ingreso libre
Anexo
Obras que presentarán las artistas
TAMIE TOKUDA QUIROZ
Rompecabezas familiar
(Artista visual, estudiante de Diseño Gráfico en la Facultad de Arte y Diseño de la PUCP)
“En mi obra hablo sobre la familia y sobre el legado compartido a través de las historias familiares. Nos represento como rompecabezas, un tablero que vamos armando con fichas que calzan y que al estar armadas forman una imagen comprensible, una fotografía familiar. Pero este retrato visible en un primer momento tiene una historia por detrás que debe ser armada también, construida pieza por pieza para encontrar la imagen escondida. Esto lo relaciono con la construcción de nuestra identidad, que se va construyendo con el legado familiar.
Mi interés surgió al querer saber quiénes eran las personas en los viejos álbumes familiares, personas que jamás conocí pero que conformaban mi familia. Comencé a construir un panorama de mi historia familiar mediante relatos de familia (la abuela, mi papá, mis tíos) y la historia narrada de libros e internet. Lo que sucedió fue que empaticé mucho con mis parientes de pasado y me vi a través de la vida ellos. Me inspiran historias como la de mi abuelo, que era carpintero, que me hizo entender por qué me gusta la carpintería; o la de mi bisabuela, que fue una persona con mucho carácter que sacó adelante a la familia. Nació en mí la misión de no olvidarlos y compartir esas historias con la familia venidera. Porque siento que ellos conforman lo que soy ahora”.
MECHE TOMOTAKI LAYZA
Souvenir
(Diseñadora gráfica y miniaturista egresada del Instituto Toulouse Lautrec)
“¿Qué es lo real en los recuerdos? Es la pregunta que me hacía al escuchar a alguien relatar lo que vio, sintió, amó, extrañó… en otras palabras, algo que vivió. Al escuchar historias sobre una vida pasada o tierras desconocidas lo que hago es imaginar para tratar de compartir ese recuerdo. Para mí, los recuerdos familiares son como viajes imaginarios en los que me sumerjo a pesar de no haber sido siempre parte de ellos.
Hoy busco representar esos viajes con una serie de souvenirs, cada uno basado en alguna memoria, anécdota o recuerdo familiar. Son los souvenirs de un viaje personal, en el que colecciono momentos de mi familia en el tiempo y a la vez entiendo que esos momentos formaron mi identidad. Cada souvenir tiene relación con algo también recopilado visualmente en mis recuerdos, objetos particulares que han acompañado muchos de estos viajes. Es mi forma de conservar las memorias y a la vez compartirlas”.
NORI KOBAYASHI SEKI
El equipaje invisible
(Estudió Diseño Gráfico en la PUCP. Como ilustradora se ha desempeñado en el campo editorial).
“Mi premisa en este proyecto es todo aquello que uno guarda y lleva consigo en la memoria.
Vayamos a donde vayamos, llevamos no solo cosas materiales, sino también recuerdos, costumbres, tradiciones, etc., que se convierten en una especie de equipajes invisibles. A veces, los contenidos de cada equipaje son guardados celosamente, otros son mostrados y compartidos con otras personas; se comparten, fusionan y se transforman.
En mi caso, soy una peruana que he recibido toda esta carga de recuerdos y tradiciones de un Japón por el que, sin conocerlo, siento una conexión, un país que me lo han mostrado de forma idílica y tal vez ya inexistente. Mi proyecto está formado por dos dioramas con escenas que van enlazadas para contar una sola historia. La primera escena trata sobre la inmigración de nuestros ancestros que llegaron con sus maletas cargadas de recuerdos. La segunda expone los recuerdos, maletas abiertas de donde salen recuerdos, que se fusionan con los recuerdos heredados por nuestros ancestros inmigrantes”.
DANIELA TOKASHIKI KUNIGAMI
La pesca del día/Minoru/Legado
(Diseñadora industrial egresada de la PUCP. Obtuvo una beca de la prefectura de Okinawa para estudiar en la Facultad de Artes Tradicionales, donde conoció la cerámica).
“El mero o hata, en japonés, se puede encontrar en el océano Pacífico. En Japón se emplea para hacer sashimi. En Lima lo utilizan para hacer platos como el cebiche. Si vemos el mar, no como un vacío sino como un volumen, se convierte en el territorio que conecta a Perú con Japón. Los peces son dueños de este espacio y son un elemento en común entre estas dos culturas muy distintas.
En mi caso, el pescado es parte de mi historia. Los recuerdos más memorables que tengo con mi abuelo materno son los que giran en torno a él. Cuando era niña, ayudé a mi abuelo a disecar un pez diablo. Él mismo habría encontrado la forma de hacerlo artesanalmente, y gustaba de exhibirlos encima del mostrador en la antigua tienda en Paruro. Gracias a él también aprendí a gozar del sashimi fresco por todas las veces que aparecía en mi casa con un pescado en mano. Hablo del pescado, pero detrás de él están todas las enseñanzas de mi abuelo. Nuestras historias están conformadas por las historias de los que vinieron antes de nosotros, de memorias de lugares ajenos y lejanos. Cada persona, como las hojas en el komorebi, deja entrever distintos aspectos de un mismo origen.
Rescato la estética de los peces disecados del restaurante familiar. Mi abuelo intentaba retratarlos como si estuviesen vivos. Utilizo la técnica de la cerámica para lograr inmortalizar los peces de la misma manera. Lo que rescato de él fue su gran creatividad al hacer, su recurseo. Para hacer una escultura de tal tamaño en un horno pequeño me valgo de técnicas experimentales: Cortes y secciones, armado y reparación estilo japonés”.
SACHIKO KOBAYASHI WATANABE
Raíces
(Artista visual, bachiller en arte con mención en Pintura por la PUCP y con estudios en la Universitat de Barcelona y el Museo de Arte de la UNMSM. Es docente de arte e ilustración).
Al ser “Komorebi” un concepto en el que el protagonista principal es la naturaleza y la situación que esta crea, mi proyecto busca también tener a la naturaleza como fuente de sabiduría y con la cual todos tenemos relación. Las raíces de una planta son la parte principal de esta, pues sin ellas no puede sobrevivir. Incluso, puede que una planta parezca muerta, pero si sus raíces están bien, lo más probable es que esta vuelva a reverdecer. Y aun siendo todas las plantas distintas entre ellas, bajo la tierra muchas veces la diferencia es mínima.
Mi intención con este trabajo es hacer la siguiente metáfora: si bien todos tenemos distintos rumbos, ambientes de crecimiento y daremos distintos frutos, nuestras necesidades básicas siempre son las mismas, aquello que nos mantiene vivo, que nos da estabilidad. ¿Es entonces lo importante de nuestra identidad, segregarnos por ver a qué grupo pertenecemos o encontrar los puntos en común, las similitudes, las raíces esenciales que tenemos todos? Es por ello que mi trabajo busca generar una sola raíz compuesta de varias y distintas raíces, todas formando parte de una misma unidad, sin dejar de ser independientes cada una de ellas.
La instalación en el piso está hecha de distintas tierras, de distintos colores, texturas y procedencias. Unas son muy fértiles y otras son muy áridas. De cierta forma, cuando nuestros antepasados llegaron a Perú desde Japón, fue una manera de buscar tierra fértil en otro lugar, lejos de la propia. La tierra, si bien nos da un sentido de pertenencia, es también un vínculo material hacia una geografía y una historia que se carga en ella. Uso además nomenclaturas que se refieren a las distintas plantas que han estado cercanas a mí desde pequeña y que me remiten a una parte nikkei de mi vida. Plantas que me recuerdan a familiares, plantas que crecían en chacras de cultivos nikkei, verduras usadas por la cocina japonesa. Se podría decir que estas plantas forman parte de un ‘Atlas botánico de una nikkei limeña’ personal. Y es en esas plantas que se mantiene vivo el recuerdo de personas, situaciones, historias o lugares a pesar del tiempo”.