Distorsión, el canto de los espectros de Renato Rosado es una muestra que conecta dos bellas artes muy populares: Pintura y música.
Pero esta mezcla, que podría no ser tan inusual, nos trae un concepto poderoso detrás consistente en un retrato global de desesperanza, un escenario apocalíptico que ya no es lejano y futuro sino que lo estamos empezando a vivir en nuestro día a día. Y es en medio de este retrato que aparece la música, estímulo vital de gran poder expresivo que atraviesa y conecta toda la muestra.
RENATO ROSADO
De manera consecuente con el escenario que plantea Rosado, en la exhibición conviven personajes marginados y nocturnos, principalmente del medio urbano, confrontados a situaciones límite. El pianista del Bar Munich, el guitarrista en llamas, Encías Sangrantes y su perro Coltrane… todos ellos son espectros representativos de personajes condenados a una existencia sin sintonía y sin voz como decía Julio Ramón Ribeyro, pero que, en el caso de Rosado, expresan su amargura, incendian su ser y/o obtienen su libertad/tranquilidad a través de su conexión con la música, la que finalmente les permite emancipar sus sentidos y emociones, así como manifestar su disconformidad con el contexto en donde estamos atrapados. Y en realidad así es como se sienten muchas de las personas que se dedican a la música, por lo menos, aquellas que tienen algún grado de conciencia y responsabilidad social, aquellas que no han perdido la capacidad de indignarse y sufrir cuando un semejante es lastimado, aquellas que aún sienten empatía con la desventura ajena, la desventura colectiva, la desventura nacional. La visión de Rosado evidencia que todas estas nos conducen hacia un futuro lleno de ciudades estériles con climas extremos, habitadas por desposeídos a los que la corrupción y el crimen les terminó de arrebatar todo. Este caos, colmado de rabia y tragedia, esta caída de la humanidad, es la inspiración principal para esta magnífica muestra, que se convierte en un grito desgarrador contra la indiferencia, un llamado a la conciencia colectiva.
Galería Martín Yépez
En conclusión, DISTORSIÓN, EL CANTO DE LOS ESPECTROS es un testimonio visual que nos enseña que la desesperanza no es solo un sentimiento, es una condición que nos define como sociedad y como país, a partir de la cual Rosado nos invita a mirar de frente a la realidad y a encontrar en la música la fuerza para resistir y transformar.
