Cómo aumentar los ingresos del turismo de aventura

Cómo aumentar los ingresos del turismo de aventura

En un mundo cada vez más conectado y consciente del impacto del turismo, los viajeros buscan experiencias auténticas, sostenibles y transformadoras. Turismo de aventura: una oportunidad de multiplicar los ingresos del sector.

El turismo de aventura y naturaleza (AyN), que combina contacto con la naturaleza, actividad física, cultura viva y bienestar personal, se posiciona como uno de los segmentos de mayor crecimiento a nivel global. Este tipo de turismo no solo ofrece experiencias inolvidables a los visitantes, sino que también representa una poderosa palanca de desarrollo económico para las comunidades locales y una vía efectiva para la conservación del patrimonio natural y cultural.

Ingresos del sector

“Los trekkings de larga distancia, como el Camino de Santiago en España y Francia, se han convertido en herramientas clave para el desarrollo rural, ayudando a contrarrestar la migración juvenil hacia las ciudades”, asegura Martín Romero, gerente general de Explorandes, operadora peruana de turismo de aventura que este 2025 cumple 50 años. “En este contexto, el turismo de aventura global se está orientando hacia el desarrollo de infraestructura peatonal de largo recorrido, y el Perú ya cuenta con esa base: el Gran Camino Inca”.

En el caso del Perú, un turista de aventura gasta un promedio de $ 2200 por viaje,

más del doble que el gasto promedio de turistas extranjeros que visitan el país.

Un mercado en auge

Según la Adventure Travel Trade Association (ATTA), el turismo de aventura global generó 683 mil millones de dólares en 2017 y mostró un crecimiento anual del 29 % entre 2009 y 2017. Además, se proyecta que este mercado alcanzará los 1,5 billones de dólares para 2032, con una tasa de crecimiento del 6 % anual, casi el doble del promedio general del turismo. Este crecimiento se debe a la creciente demanda por itinerarios personalizados, destinos remotos, experiencias sostenibles y actividades al aire libre como el trekking, el ciclismo de montaña, la observación de fauna y las vivencias culturales y gastronómicas. Un viajero de aventura gasta en promedio 55 % más que un turista extranjero convencional y el 65 % del dinero que gasta permanece en la economía local, frente a solo un 14 % en el turismo masivo.

En el caso del Perú, un turista de aventura gasta un promedio de $ 2200 con proveedores locales por viaje, más del doble que el gasto promedio de turistas extranjeros, un dinero que beneficia directamente a guías, cocineros, arrieros, comunidades, emprendedores y dueños de pymes, fomentando empleos formales y dignos, e impulsando el desarrollo sostenible en zonas rurales. Así, por cada $ 100 mil de gasto en este tipo de turismo, se generan 2,6 empleos locales, frente a 1,5 en el turismo convencional.

El potencial del Gran Camino Inca

En este contexto global, el Gran Camino Inca se presenta como una oportunidad única para posicionar al Perú como líder en turismo de aventura y naturaleza. Como columna vertebral del Qhapaq Ñan, red vial andina declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO en 2014, el Gran Camino Inca abarca más de 2500 kilómetros de caminos y cientos de sitios arqueológicos, conectando Quito con La Paz a través de una de las infraestructuras viales más impresionantes del mundo antiguo. Destaca por su monumentalidad: 10 metros de ancho promedio, construcciones de alta ingeniería, más de 1000 tambos, e innumerables colcas y chasqui wasis. Esta ruta no es solo un vestigio arqueológico, sino un legado vivo que une historia, paisaje y comunidades.

“El Gran Camino Inca es una red de caminos que cubría todo el territorio conquistado por los incas y que tenía una lógica y un valor mas amplio que el de un mero eje de transporte, con importantes segmentos que fueron construidos como carreteras anchas”, explica Alfredo Ferreyros, presidente y fundador de Explorandes desde 1975.

Rutas similares alrededor del mundo han demostrado el éxito de este modelo. El Camino de Santiago en Europa, el Pacific Crest Trail en Estados Unidos y las Great Walks de Nueva Zelanda han dinamizado economías rurales, descentralizado el turismo y promovido la conservación. En particular, Nueva Zelanda implementó una estrategia que permitió multiplicar la demanda a través de una red de 11 rutas de trekking alternativas con una gestión sostenible de permisos, logrando atraer tanto a excursionistas ocasionales como a thru-hikers que recorren más de 3000 km a través del Te Araroa Trail.

El Perú tiene en el Gran Camino Inca una ventaja estratégica: no necesita construir la ruta desde cero; los atractivos ya están integrados por un gran sendero peatonal monumental e histórico. Pero sí requiere un gran esfuerzo articulado entre los sectores de Cultura, Turismo y Transporte para recuperarla, señalizarla, promoverla y generar capacidades locales para recibir a los visitantes. Actualmente, este recorrido está siendo activamente explorado y promovido por operadoras como Explorandes, con salidas mensuales y colaboraciones con universidades, expertos internacionales y actores locales.

“El objetivo es que nuestros clientes —que son tour operadores en mercados emisores como Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y Francia—, incluyan el recorrido en sus catálogos y lo promuevan en sus mercados como una nueva joya del Perú: una ruta con un valor cultural y natural incomparable, y con gran proyección para convertirse en un destino emblemático del Perú e integrar a cientos de comunidades andinas, históricamente olvidadas y marginadas”, comenta Romero.


Por su monumentalidad, su accesibilidad y su potencial de impacto positivo, el Gran Camino Inca tiene todo para convertirse en una de las rutas de trekking más emblemáticas del planeta, así como en la primera ruta de larga distancia oficial de Latinoamérica. Sobre todo, nos presenta una oportunidad única para impulsar la economía rural de los Andes e integrarla al mercado global del turismo de aventura.

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